Juguemos este juego, juguemos que verdaderamente este planteo que has hecho de una guerra de blancos y negros se da.
Se dá, y la masacre de la masacre es el cotidiano hasta que finalmente el último bastión de la resistencia de uno de los bandos, sucumbe.
Fin de la guerra, vida en paz. Aparente paz, no hay más con quién confrontar, se acabó la discordia, todo tu mundo –mundito- se pinta de un solo color. Porque ambos bandos, criados y creídos en el poder van hasta el final. La búsqueda del poder, no dejarse someter, para poder someter, conlleva a ese epílogo, no da más.
Los vencedores –vencidos-, quedan solos tras el merecido exterminio de quienes imposibilitaban el desarrollo supremo del bando que se impone.
Y ahí están, creciendo siempre, emparejando para arriba.
-Para arriba, sí.
ºBueno, casi.
ºO algo así.
Momento.
-Momento. Pienso.
º¿Qué?
-Quiero pensar… eso…siempre para arriba.
ºClaro, siempre, sí.
-Bueno, a veces.
ºNo, ¿cómo?
-Nada, eso obvio, a veces se puede, otras no, hay que esperar, dar tiempo.
º¿Tiempo? ¿qué tiempo?
-¿Adónde querés llegar?
ºPienso, nada más, me parece
-¿Pienso qué?
ºNada, veo algunas cosa
-¿QUÉ COSAS?
ºPará
-No, no quiero parar. De eso se trataba.
ºMe parece que no estás entendiendo.
-Ahh ¿yo no entiendo?
ºMirá mejor, que empieces a pensar, SÍ, pero pensar seriamente lo que estás haciendo, porque me parece.
-Porqué lo que a vos te parece, está por sobre lo que a mí me parece.
Bang!!
Bang!!!
Bang!!!!
Sí claro.
Y así sucesivamente, hasta el fin de los días del poder. El poder siempre quiere más.
Bang!
Diego Bustos 